Participar en una sesión para penar no me pareció muy atractiva inicialmente, sin embargo, al partir los diferentes grupos a las tiendas donde sería cada actividad, sentí que debía participar en ésta. Ann Sousa nos guió a través de las tradiciones Dagara. Ann nos explicó que en estos tiempos hemos olvidado el valor de penar y llorar por lo que hemos perdido. La gente no vive su duelo de la forma necesaria, haciendo que esa pena se quede dentro de nosotros por mucho tiempo.
De acuerdo a la tradición Dagara, los cinco elementos de la rueda medicinal (fuego, agua, tierra, mineral y naturaleza) están en nuestra vida y son inseparables de nuestra existencia. Cada año trae la influencia de ese elemento (encuentra tu elemento de acuerdo al último dígito de tu año de nacimiento):
0 y 5 - Tierra - es la madre que nos invita a regresar al hogar. La gente Tierra, como las abuelas, quieren a todas las personas alimentadas, contentas, respetadas y amadas.
1 y 6 - Agua - Trae purificación, reconciliación. Las personas Agua son flexibles, fluídas y viven intensamente sus emociones.
2 y 7 - Fuego - Es el mediador entre el mundo espiritual y material, la puerta de entrada. Una persona fuego vive en el futuro y encuentra a las personas comunes muy lentas. Estas personas son los guardianes del fuego, ayudan a relacionarse con sus ancestros.
3 y 8 - Naturaleza - Nos pide abrirnos a la transformación para realizar nuestro propósito. Significa cambio. Las personas Naturaleza son como niños, ven la vida como un juego y un reto. En esta tradición son los magos y hechiceras que ayudan a que sucedan los grandes cambios.
4 y 9 - Mineral - Nos ayuda a recordar quienes somos y por que estamos aquí. Devela los misterios que llevamos en nuestro cuerpo. La gente mineral son narradores, su don es recordar a través de las palabras e historias, el origen y propósito de la persona.
Después de escuchar sobre los diferentes años y sus características, partimos a buscar en la naturaleza algo que representara las cosas que queríamos dejar atrás. Cuando llegamos de nuevo, pasamos el umbral y nos recibieron con tambores. Nos explicaron el ritual de penar y los elementos del lugar. Al fondo de esta área, había un altar en el suelo, donde al llegar, pusimos todos nuestras "ofrendas", había también vasijas con agua. Enfrente de este altar habían lienzos sobre la tierra. Al finalizar esta zona de los lienzos había dos montículos o ermitas: uno cubierto de una tela amarilla con ofrendas para la tierra y otro cubierto de rojo con fotos y objetos de los antepasados de quienes condujeron el ritual.
Finalmente, a la entrada, estaba el espacio donde esperaríamos a las personas que volvían de su penar y el grupo de tambores a la derecha. En este espacio se representa a la comunidad que recibe a la persona que termina su duelo. El uso de tambores y cantos es importante ya que impregna de energía la actividad realizada.
Iniciamos cantando esta canción que es parte de una historia de la pena de un cazador que regresa a su aldea y encuentra la aldea en llamas y destruida. Ve a su madre a punto de morir y también ve a su esposa y tiene que decidir a cuál salvar. El dolor y la pena fue compartido entre todas, penamos, lloramos y gritamos para dejarlo atrás, pero igual de importante fue la felicidad y la alegría de ser recibidas después de hacerlo, por un grupo de mujeres cantando y bailando. El abrazo que recibimos y los múltiples abrazos que dimos, conviertieron un grupo de desconocidas en hermanas.
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