Tuesday, June 15, 2010

Del blog de Mr. Ñets

Del blog de Mr. Ñets, copio un elogio a las mujeres fuertes.

Mila


Me gustan las mujeres bato. Ojo, no hablo de las marimachas sino de aquellas que conservan su perfumada feminidad mientras comen chuletas de puerco con todo y pellejo gordo. Que limpian el pollo sin náuseas.

Las mujeres bato cargan cosas pesadas porque se saben fuertes. Decoran, pero también taladran. Sostienen la mirada al plomero y al albañil. Le entran a cualquier tema pero sin tono revanchista. No son anti hombres, pero sí les gusta matarnos el gallo. Realmente lo disfrutan.

Se conmueven con el sufrimiento de un gato abandonado que maulla entre los helechos, pero no se paralizan a la hora de lavar el cráneo descalabrado de sus hijos. La sangre les asusta en las películas pero no al interior de su casa.

Las mujeres bato despiden a sus hijos como las mamás de antes, diciendo adiós con la mano hasta que el coche se desaparece por la esquina chata. No anulan el llanto que deviene con la separación, pero ese llanto no las anula tampoco a ellas. Le siguen a lo que sigue.

Todas mis amigas son mujeres bato. Lo fueron también mis novias. Mi esposa lo es. Y mi mamá también.

La mujer bato no está peleada con su belleza. Al contrario, saca partido del asombro -casi sumisión masculina- que logran unas pestañas hacia arriba y los hombros con brillitos. Este tipo de mujer conoce bien el poder conciliador que tiene un tirante de brasier asomado. Su belleza es, está, existe, no le estorba. A nadie le estorba una mujer bato que se sabe hermosa o que se procura la hermosura. Mucho menos son hembras peleadas con su inteligencia. La mujer bato alega y alega y alega. Terca, sí, a veces, pero siempre libre.

Mi cuñada María Pía es una prominente representante de las mujeres bato. Nunca tuve la sospecha, pero la certeza llegó el día que la vi comer una asquerosa lengua de res en salsa verde, y como yo soy un bato muy vieja, le hice caras al platillo mientras ella lo desaparecía con el ritmo pausado pero constante de una aspiradora a bajo voltaje.

El duraznito que aparece a la derecha del blog es Mila, primogénita de Pía y de su esposo Orkan "El Turco", un hombre que nunca se está quieto, excelente fotógrafo, buen catador, gran parrillero, entusiasta opinador de las cosas, vikingo de garganta profunda que no le hace el feo a cualquier licor; fan de la arrachera, de la vida y de lo que se mueve.

Si la pequeñita sale a su mamá, el mundo habrá ganado otra mujer bato. Y ésa es una gran noticia.
Si sale a su papá, ya valió madre.

¡Felicidades!

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